
Las viñas antiguas o viejas son las que poseen unos cuarenta años en adelante. Es la que podés observar en la foto, que se encuentra camino a la Bodega Colomé, en la provincia de Salta . Por el contrario, una planta de vid adulta es aquella que tiene unos 15 años.
En los primeros años de la vid, la planta busca expandir sus raíces para conseguir los nutrientes del suelo. Trabaja para desarrollar sus sarmientos y sus hojas. Al conjunto de esas hojas se denomina canopia. En esa etapa, la producción no está tan equilibrada cómo si lo está en una planta con muchos años. De este modo, muchos de los vinos que provienen de viñas con poca edad son elaborados como vinos jóvenes para ser consumidos en el año.
Conforme van pasando los años – cómo sucede con las personas- la planta se va equilibrando, produce menos y las cepas ya se encuentran a sus anchas en el suelo y con el clima.
Viñas Viejas, Old Vines, Vieilles Vignes
Algunos enólogos les gusta comunicar en las etiquetas que el vino fue elaborado con viñas antiguas. Es por eso, que de un tiempo atrás ahora se suelen observar términos como Old Vines, viñas viejas en las etiquetas. En nuestro país hay algunos vinos que son elaborados de este modo. Otro factor muy importante es la fertilidad del terroir, el tipo de nutrientes que tiene. De esta manera las viñas viejas van a aguantar mejor el estrés hídrico y van a precisar de menos curaciones ( aquí en Argentina, reciben muy pocas por la sanidad del suelo).
Las viñas viejas, con el correr de los años demuestran la posibilidad de resiliencia (capacidad de pasar por momentos difíciles). Ofrecen rendimientos menores, aunque una muy buena calidad.
Lo que pierden en cantidad, lo ganan en carácter. Al tener raíces más profundas, las viñas viejas alcanzan capas del suelo inaccesibles para cepas jóvenes. Esto les permite absorber minerales y agua en forma más estable, incluso en años de clima extremo. El resultado son vinos más estructurados, complejos y con una identidad marcada.
Valorando el patrimonio
Existen en la Argentina casos de viñedos antiguos que, aunque sus uvas no se emplean para vinificar vinos, son atesorados por su valor histórico y cultural. Hay un sector que se denomina «el museo», son los viñedos de la Finca La Merced, que pertenecen a la Bodega Etchart en Cafayate, alli hay plantas de Torrontés y Criolla con 154 años de antigüedad.
Poner en valor esas viñas es parte de nuestra historia, nuestra identidad cómo país viticultor. Es algo que no sólo quienes están en esta apasionante actividad deben hacer, sino todas las personas que comunican y que son embajadores y embajadoras de nuestra cultura.
Cuidarlas es honrar nuestra historia
Muchas de estas viñas han sobrevivido décadas de abandono, crisis económicas o cambios de tendencia. Preservarlas es, también, un acto de respeto por quienes las plantaron y cuidaron. Son parte viva de nuestro patrimonio vitivinícola, y merecen ser valoradas, vinificadas y compartidas.
¿Y vos conocés alguna viña antigua?
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J. K. Rowling
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