Bodega Arca Yaco: donde la historia y el paisaje se abrazan



Hay lugares en donde no solo se elabora vino: cuentan historias.
Arca Yaco, en la provincia de Salta y a 11 kilómetros de Cafayate, es uno de ellos. Es un testimonio vivo de dedicación, trabajo y amor por la tierra, con raíces que se hunden profundamente en la historia vitivinícola argentina.

Un apellido con historia

El apellido Etchart tiene un peso significativo en el mundo del vino argentino. Hace casi un siglo, Arnaldo Benito Etchart fue uno de los pioneros en el norte del país, dando vida a Bodega Etchart, un verdadero símbolo de Cafayate.
Aunque esa empresa ya no pertenece a la familia desde 1996, hoy su nieto, Matías Etchart, honra ese legado con un proyecto propio: Amar y Vivir, y su bodega Arca Yaco.
En una degustación realizada en Palermo contó que no llegó a conocer a su abuelo, sin embargo fue una personalidad significativa y es alguien referencial en su vida.

Del mundo empresarial al corazón de los Valles

En sus primeros años profesionales, Matías padre estuvo lejos de las vides. Estudió Administración de Empresas y trabajó en el mundo bancario, hasta que la pasión por el vino y el deseo de honrar el legado familiar le marcaron el rumbo. Cuando reunió el capital suficiente para comprar su propio viñedo, inició la búsqueda de un lugar único donde dar forma a su sueño.

La búsqueda comenzó en 2006 y concluyó en 2010, cuando encontró la finca perfecta: Arca Yaco, en la Quebrada de San Lucas, a 38 kilómetros de Cafayate y a 2.100 metros sobre el nivel del mar.
“La altura, el clima, los suelos y la calidad del agua son muy distintos a Cafayate”, describe Matías.

Un territorio inexplorado

En aquel momento, la Quebrada de San Lucas era un territorio desconocido para la vitivinicultura. El desafío no fue solo desarrollar el viñedo, sino también dotar al lugar de la infraestructura básica: abrir un camino de acceso para vehículos, trazar acequias y canales para el riego, y preparar la tierra. Todo, realizado por el propio Matías.

En 2013 plantó 1,8 hectáreas con Malbec y Cabernet Sauvignon en pie franco, con una densidad de 5.000 plantas por hectárea. La primera cosecha llegó en 2015 y, desde entonces, Arca Yaco ha sumado reconocimientos y excelentes críticas.


Filosofía y elaboración

La filosofía de Matías es clara: respeto absoluto por la tierra y por la identidad del valle. La fermentación y crianza se realizan en barricas de roble francés de 500 litros, cuidando cada detalle para que cada botella exprese la esencia del terroir.
Vinos como Amar y Vivir se han ganado un lugar entre los más destacados de Argentina.

En los últimos años, Matías ha ampliado su proyecto. De la Finca El Monte, a 2.700 metros de altura, proviene el Cabernet Franc 2022. Y ya avanza en un nuevo desafío: Anca Sala. Un terruño que es una belleza desde el paisaje, y también desde el punto de vista enológico.


Una experiencia que va más allá del vino

Visitar Arca Yaco es sumergirse en un paisaje imponente, donde la arquitectura tradicional vallista, construida en adobe, cañas y ladrillos, se integra en perfecta armonía con el entorno.
Aquí, el vino es mucho más que una bebida: es el puente entre la historia familiar, la naturaleza y la pasión.
En Anca Sala se está dando un nuevo y trascendental capítulo: comienzan los estudios y relevamientos que permitirán definir qué variedades se plantarán. Este trabajo cuenta con el profesionalismo y la calidez humana de Facundo Impagliazzo y Guillermo Corona, sumado al apoyo incondicional del gran capataz Roberto López, quien desde hace más de 14 años acompaña cada paso con su experiencia, consejos y aliento.

Si alguna vez soñaste con conocer un viñedo donde la tradición y el paisaje se entrelazan, Arca Yaco es ese lugar.

Encuentro en Buenos Aires


El mes pasado tuvimos la fortuna de vivirlo de cerca, cuando la familia Etchart visitó La Vinícola, una cálida vinoteca en Palermo, para compartir sus vinos y su historia.
Allí, Matías Etchart padre, Matías Etchart hijo y Matías –a cargo del servicio– nos guiaron en un recorrido emotivo por el alma salteña: desde el Torrontés 2024, fresco y floral, hasta el cautivador Zinfandel Amar y Vivir, pasando por etiquetas que reflejan la altura, la pureza y el carácter único de la Quebrada de San Lucas.

Más allá de los excelentes vinos, nos quedamos con el cariño, la humildad y la generosidad de los Etchart, y con el reconocimiento especial que Matías hizo a los trabajadores de la finca, quienes con su compromiso diario hacen posible que este sueño siga creciendo.


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