Elaboración de vinos tintos: proceso completo desde la uva hasta la botella


El vino tinto es el resultado de un proceso apasionante donde la ciencia, la técnica y la sensibilidad se encuentran. Cada botella guarda la historia de su viñedo, de las decisiones del enólogo y del tiempo que le dio forma.

En esta nota te invitamos a descubrir cómo se elabora un vino tinto, paso a paso: desde la cosecha de la uva hasta su embotellado, explorando qué sucede en cada etapa y cómo influye en el color, el aroma y la textura del vino final.


Cosecha: el punto de partida


Todo comienza en el viñedo. La madurez de la uva es clave: el momento de la cosecha se define según el equilibrio entre azúcares, acidez, taninos y aromas.

La vendimia puede ser manual —ideal para vinos de alta gama, donde se seleccionan solo los racimos óptimos— o mecánica, más rápida y eficiente para grandes superficies. Una vez recolectadas, las uvas se trasladan con cuidado a la bodega, evitando roturas y oxidaciones.


Recepción y selección en bodega

Al llegar a la bodega, las uvas se pesan, se registran y —en algunos casos —pasan por una mesa de selección, donde se eliminan hojas, restos vegetales o racimos dañados. Este paso asegura que solo la mejor materia prima continúe en el proceso.
Este paso no lo tienen todas las bodegas, salvo las que elaboran vinos de alta calidad.
Las uvas son colocadas en una cinta en movimiento y el personal va seleccionando las mejores. Se quitan ramas que hayan quedado, las que están en mal estado y las que no crecieron.


Despalillado y estrujado


El despalillado separa los granos del raspón (la parte leñosa del racimo). Aunque algunos enólogos optan por conservar una pequeña proporción para aportar estructura y frescura, en la mayoría de los tintos se retira completamente para evitar notas vegetales o astringentes.

Luego se realiza el estrujado, que rompe suavemente las bayas sin aplastar las semillas, liberando el jugo y los compuestos que darán origen al mosto.

Maceración y fermentación alcohólica

Luego el siguiente paso es trasladar las uvas a un depósito, cuba o tanque de acero inoxidable, también son muy utilizadas las piletas de cemento o bines de plásticos para llevar a cabo microvinificaciones.
Este recipiente no debe ser llenado del todo, puesto que cuando se produce la fermentación (ebullición) la masa aumenta de volumen y va a ocupar parte de este espacio vacío.
En esta fase, el mosto y los hollejos (pieles) permanecen juntos dentro de los tanques de fermentación. Allí ocurre la maceración, el proceso mediante el cual se extraen los pigmentos, taninos y aromas de la piel de la uva.

Simultáneamente, gracias a las levaduras, se lleva a cabo la fermentación alcohólica, transformando los azúcares naturales del jugo en alcohol y dióxido de carbono.

El control de la temperatura es fundamental: suele mantenerse entre 24 y 28 °C para conservar los aromas y lograr una buena extracción. Durante este tiempo se realizan remontajes o bazuqueos, que ayudan a mantener el sombrero de pieles húmedo y en contacto con el mosto.
Toda uva por dentro (pulpa) – no tiene color. Entonces se va a necesitar de las pieles para extraer el color del vino.
Es el momento en el cual la pulpa entra en contacto con las pieles. La maceración del vino es fundamental para la extracción de aromas, color y taninos.
Los taninos que se encuentran en los escobajos, las semillas y en los hollejos aportan astringencia, sabor y complejidad al vino. Son antioxidantes naturales que en parte ayudan a conservar el vino. El proceso de fermentación lleva entre 10 y 14 días.
Remontaje: Se emplea en la elaboración de vinos tintos. El anhídrido carbónico que se desprende cuando ocurre la fermentación, produce que las pieles de las uvas se eleven y forman, lo que se llama el sombrero. Esta masa da color y taninos al futuro vino. En esta acción se bombea líquido de abajo del tanque y se lo echa sobre este sombrero, así se logra un color parejo del mosto.
Battonage: Es un trabajo que consiste poner en suspesión las lías (levaduras muertas que se depositan en el fondo) removiendo el vino con un bastón (batôn en francés) para beneficiarlos de todas sus propiedades. SI bien se utiliza más en blancos, hay enólogos que lo emplean en tintos.


Fermentación maloláctica: suavidad y equilibrio


Finalizada la fermentación alcohólica, el vino joven se trasiega a otro recipiente para iniciar la fermentación maloláctica. En esta transformación natural, las bacterias convierten el ácido málico (presente en la uva) en ácido láctico, lo que aporta mayor suavidad, volumen en boca y estabilidad microbiológica.

Este paso es característico de los vinos tintos y, en algunos casos, también se aplica a blancos con crianza.
Entre la maceración y la fermentación puede pasar de 1 a 4 semanas.


Descube y prensado

El descube consiste en separar el vino líquido (vino de gota) de los sólidos. Los restos de hollejos se prensan para extraer el llamado vino de prensa, más concentrado y tánico.

Según el estilo que busque el enólogo, ambos vinos pueden mezclarse o mantenerse por separado. El vino de gota suele destinarse a las líneas de mayor calidad por su equilibrio y suavidad.
Como en toda obra, el enólogo es el autor: es quien decide —junto a su equipo enológico— si desea mantener ambos vinos por separado o unirlos para equilibrar el resultado final.

El vino de gota se obtiene sin presión y suele considerarse de mayor calidad por su pureza, elegancia y suavidad. El vino de prensa, más intenso y robusto, puede aportar carácter y complejidad cuando se integra en pequeñas proporciones.
Cada elección refleja el estilo que busca el enólogo y la identidad del vino que quiere crear.


Clarificación, filtrado y estabilización

Antes del embotellado, el vino se somete a procesos que mejoran su limpidez y estabilidad.

  • Clarificación: se añaden agentes naturales (como bentonita o proteínas vegetales) que arrastran las partículas en suspensión.
  • Filtrado: elimina impurezas y microorganismos.
  • Estabilización: evita posibles precipitados o alteraciones con el paso del tiempo, mediante frío o tratamientos físicos.Se busca que el vino se equilibre, puede ser por frío, tartárica, biológica entre otras.

Estos pasos permiten obtener un vino brillante, estable y listo para su crianza o embotellado.

Crianza en madera: el tiempo como aliado

Algunos vinos se embotellan jóvenes, buscando frescura y expresión frutal. Otros, en cambio, se crían durante meses o años en barricas de roble, huevos de hormigón o ánforas de arcilla (clay), materiales que permiten una microoxigenación controlada y respetuosa con la esencia del vino.

La madera aporta complejidad aromática, taninos elegantes y una microoxigenación lenta que afina el vino. Sin embargo, en la enología actual se busca que la madera no invada al vino, sino que lo acompañe y resalte su identidad, ayudando a mostrar lo mejor de la uva y del terruño.

El tipo de roble, su tostado y el tiempo de contacto influyen directamente en el carácter final. Después de la crianza, llega el embotellado, donde el vino continúa su evolución en silencio hasta alcanzar su punto óptimo de madurez.

La práctica de embotellar el vino en botella de vidrio data de mitad del siglo XVIII.
Aunque parezca una obviedad el embotellado debe tener un correcto taponado, sino estaría en peligro la conservación del vino.

El tipo de recipiente, su tiempo de uso y la duración de la crianza son decisiones que reflejan el estilo del enólogo. Luego llega el embotellado, donde el vino continúa su evolución en calma hasta alcanzar su punto óptimo de madurez.

En esta etapa también se elige el tipo de cierre:

  • Corcho natural, que permite microoxigenación y es tradicional en vinos de guarda.
  • Corcho sintético, que garantiza hermeticidad y uniformidad, ideal para vinos jóvenes.
  • Tapon de vidrio, moderno y elegante, que protege el aroma y sabor sin aportar influencia externa, muy usado en vinos frescos y aromáticos.

Cada cierre impacta sutilmente en la evolución del vino y en la experiencia final al descorcharlo.
El tiempo que se tarda en hacer un vino de calidad depende de los tiempos que el enólogo o enóloga considere para su elaboración, ya que está profundamente relacionado con el estilo de vino que se quiera elaborar y con las decisiones que se tomen durante el proceso productivo. 
Entre la cosecha, la fermentación, el filtrado y el embotellado suele pasar un periodo mínimo de cinco meses. 

Hasta aquí el proceso de elaboración de vinos tintos. Para nosotros es una alegría compartir esta información con vos.

¡Muchas gracias por tu compañía y por visitarnos siempre!


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