El suelo es un factor determinante en la calidad y el perfil de un vino. Su composición, estructura y capacidad de retención de agua afectan el crecimiento de la vid y, por ende, la expresión de la uva. Dentro de la viticultura, los diferentes tipos de suelo aportan características únicas que se reflejan en cada copa.
En una entrada anterior, exploramos el fascinante mapa vitivinícola de Argentina, donde descubrimos la diversidad de regiones y terroirs que hacen del país un referente mundial en la producción de vino. Hoy, nos adentramos en los suelos de distintas provincias argentinas, que juegan un papel fundamental en la producción de vinos de calidad, ya que influyen directamente en las características organolépticas de las uvas.
Según la clasificación de la imagen, podemos agrupar los suelos en diferentes categorías:
– Arenoso: Drena bien, retiene poco agua y aporta vinos elegantes con taninos suaves. Es común en regiones como Médoc en Bordeaux y en partes de Patagonia, Argentina.
– Franco (Loam): Combinación equilibrada de arena, limo y arcilla, proporcionando buenos nutrientes y retención de humedad.
– Limo/Loess: Retiene agua y calor, generando vinos con mayor cuerpo y redondez. Presente en algunas zonas de Mendoza.
– Arcilloso: Retiene bien el agua y aporta estructura a los vinos. Presente en regiones como Rioja, Pomerol y partes de Luján de Cuyo en Argentina.
– Grava: Facilita el drenaje y ayuda a la maduración de la uva, dando lugar a vinos con buena concentración, como los de Graves en Burdeos y ciertos sectores de Agrelo, Mendoza.
– Aluvial: Depósitos de ríos con mezcla de piedras, arena y limo, generando vinos con gran complejidad. Común en el Valle de Uco, donde destacan los Malbec de altura.
– Silts/Flint (Sílex): Suelo mineral que puede aportar notas ahumadas, como en el Valle del Loira.
Orígenes geológicos:
– Ígneo (Volcánico, Granito): Suelos derivados de lava o cenizas, aportando frescura y mineralidad a los vinos. Se encuentran en regiones como Sicilia, Santorini y en algunos sectores de Neuquén en Argentina.
– Metamórfico (Gneis, esquisto, pizarra): Suelos que conservan el calor, favoreciendo la maduración y aportando intensidad aromática. Presente en el Douro, Priorat y en algunas zonas de San Juan.
– Sedimentario (Arenisca, Caliza): Tienden a retener humedad y aportan acidez vibrante, como en Chablis, Champagne y en las zonas calcáreas de Gualtallary, Mendoza.
¿Cómo influye el suelo en el vino?
Cada tipo de suelo influye en el fuerza de la planta de la vid, la retención de agua y los nutrientes disponibles, generando vinos con diferentes perfiles. Los suelos volcánicos aportan mineralidad, los arcillosos estructura, los calcáreos frescura y los arenosos elegancia.
Ejemplos de terroirs en Argentina
Jujuy cuenta con suelos de origen aluvial y coluvial, compuestos principalmente por arenas, limos y rocas de origen sedimentario. En la Quebrada de Humahuaca, donde se cultivan viñedos a más de 2.000 metros de altura, los suelos pedregosos y con buen drenaje permiten obtener vinos con gran concentración y acidez natural. La marcada amplitud térmica, junto con la baja materia orgánica del suelo, contribuye a la producción de uvas de maduración lenta, que dan lugar a vinos frescos, intensos y con una identidad bien definida.
Los suelos de los Valles Templados son predominantemente aluviales, con una mezcla de materiales provenientes de los ríos y quebradas cercanas.
Se encuentra una mezcla de arcillas, limo, arenas y piedras, lo que le otorga a los vinos una estructura equilibrada y un perfil más mineral. En algunas áreas más específicas, los suelos tienden a ser más rocosos y pedregosos.
Salta: Salta es una de las regiones vinícolas más singulares de Argentina, famosa por sus viñedos ubicados entre los 1.500 y más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, lo que le otorga una identidad única en el mundo vitivinícola. Los suelos de la región son predominantemente arenosos y pedregosos, lo que garantiza un excelente drenaje y permite el desarrollo de raíces profundas.
Tacuil es una de las subzonas más altas de la provincia de Salta, ubicada en el Valle Calchaquí a más de 2.200 metros sobre el nivel del mar. Los suelos de Tacuil son arenosos y arcillosos, con una gran proporción de materiales orgánicos que otorgan una mayor retención de agua, lo que resulta beneficioso para los viñedos que crecen a gran altitud.
La Quebrada de San Lucas, también ubicada en el Valle Calchaquí, es una zona de viñedos de gran altitud, que se encuentra a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar. Los suelos en San Lucas son pedregosos, con una gran presencia de piedras y grava.
Tucumán, aunque menos conocida en el ámbito vitivinícola, tiene suelos franco-arenosos y pedregosos, ideales para el cultivo de uvas en altura. Los viñedos en la zona del valle Calchaquí están ubicados a más de 1.600 metros sobre el nivel del mar, lo que permite una maduración más lenta y un desarrollo excepcional de aromas y acidez en las uvas. Malbec y Cabernet Sauvignon son las variedades más plantadas en la región.
En la provincia de Catamarca: Tinogasta: Es la región vitivinícola más tradicional. Los suelos son franco-arenosos con presencia de piedras y buen drenaje. El clima es cálido y seco, con una marcada amplitud térmica, lo que permite una excelente maduración de las uvas. Aquí el Torrontés se expresa con gran intensidad aromática y frescura, mientras que el Syrah y el Bonarda logran una excelente concentración de color y taninos redondos.
Fiambalá: Con viñedos a mayor altitud (1.500-2.000 metros), esta zona se destaca por suelos aluviales, con arenas y rocas volcánicas que aportan mineralidad a los vinos. El Malbec y el Cabernet Sauvignon presentan una notable intensidad de color, buena acidez y taninos firmes. Además se producen vinos de altura con variedades blancas como Chardonnay y Sauvignon Blanc, que logran un perfil fresco y elegante.
Santa María: En esta región, ubicada en los Valles Calchaquíes catamarqueños, los suelos son arenosos y pedregosos, con una buena retención de agua en algunas zonas. Gracias a la altura y la amplitud térmica, el Torrontés se destaca con una expresión aromática intensa y equilibrada acidez. Se encuentran excelentes ejemplares de Tannat y Bonarda, con gran estructura y potencial de guarda.
Belén: Con suelos franco-arenosos y pedregosos, esta zona tiene un clima seco y ventoso, lo que permite una maduración lenta y progresiva de las uvas. Se producen tintos expresivos y con buena estructura, destacándose el Malbec y el Syrah, que presentan notas especiadas y taninos firmes.
La Rioja es una de las provincias vitivinícolas más antiguas de Argentina y se destaca por la producción de vinos aromáticos y expresivos. Su clima es cálido y seco, con una marcada amplitud térmica que favorece la maduración de las uvas, mientras que sus suelos franco-arenosos y pedregosos permiten un buen drenaje. La variedad emblemática de la provincia es el Torrontés Riojano, que se expresa con gran intensidad aromática, notas florales y cítricas, además de una acidez equilibrada. Entre sus principales zonas vitivinícolas se encuentran Chilecito, el corazón productivo de La Rioja, donde el Torrontés y el Bonarda logran una excelente expresión frutal y frescura; Famatina, con viñedos de altura que dan lugar a tintos con gran estructura, destacándose el Malbec y el Syrah; Villa Unión, con suelos pedregosos y buena amplitud térmica, ideales para Cabernet Sauvignon de gran concentración.
En los últimos años, La Rioja ha comenzado a diversificar su producción, apostando por variedades como Chardonnay y Sauvignon Blanc, que encuentran en su terroir una expresión vibrante y fresca.
Los suelos de Santiago del Estero, una de las provincias más cálidas y secas de Argentina, se distinguen por su gran diversidad y adaptabilidad a diferentes tipos de cultivo. En gran parte de la provincia, los suelos son arenosos y de textura ligera, lo que favorece el drenaje y la aireación, pero también requiere un manejo adecuado del riego.
Córdoba, una de las provincias más diversas en términos de suelos y microclimas, presenta una amplia variedad de terrenos ideales para la viticultura. En la región de Colonia Caroya, los suelos son predominantemente franco-arenosos y aluviales, con buena capacidad de drenaje, lo que favorece el cultivo de variedades como el Malbec y el Cabernet Sauvignon.
En la región de Punilla, especialmente en Villa Giardino, los suelos al pie de la sierras. Hacia el oeste es calcáreo puro, 100 metros más al Sur en medio un valle fértil, sin piedra, profundo y muy rico en materia orgánica.
En el Valle de Calamuchita, los suelos son más franco-arcillosos, con una excelente retención de agua, lo que permite a las vides resistir las altas temperaturas del verano. En Traslasierra, se encuentran suelos más pedregosos y calcáreos, especialmente en las zonas de mayor altura, lo que genera un terroir ideal para vinos con una gran concentración de sabor y acidez. Otras zonas vitivinícolas de la provincia, como el Norte de Córdoba y el sector de Tanti, presentan suelos arenosos y rocosos, que favorecen la producción de uvas con perfiles frutales intensos y una frescura notable. La diversidad de suelos en Córdoba, sumada a la variabilidad de microclimas y altitudes, hace de la provincia un lugar excepcional para el cultivo de una amplia gama de cepas, desde las más tradicionales como Isabella hasta las más conocidas.
San Luis cuenta con suelos arenosos y arcillosos, con una notable presencia de minerales que aportan complejidad a los vinos. La provincia se ha posicionado en los últimos años como una región emergente con un gran potencial para variedades como Malbec y Syrah. Su clima seco y las grandes amplitudes térmicas favorecen vinos concentrados y con una estructura tánica bien definida.
Mendoza, la principal región vitivinícola de Argentina, cuenta con una gran diversidad de suelos que, combinados con la altitud y el clima seco, permiten la producción de vinos de alta calidad con perfiles bien diferenciados según la zona.
Norte: Comprende zonas como Lavalle y Las Heras, donde predominan los suelos arenosos y pedregosos, con buen drenaje y baja materia orgánica. Esta combinación, junto con un clima más árido y cálido, da lugar a vinos con madurez temprana, buena concentración y carácter frutal. La Bonarda, en particular, se ha convertido en una de las variedades más representativas de la región, mostrando una expresión jugosa y vibrante.
Este: Incluye departamentos como San Martín, Rivadavia y Junín, donde los suelos son mayormente franco-arenosos, profundos y de origen aluvial. Esta zona, históricamente vinculada a la producción de volumen, cuenta con un clima más cálido y mayor disponibilidad de agua para riego, lo que permite una maduración completa de las uvas. En los últimos años, ha mostrado un gran potencial para variedades como Bonarda, Syrah y Tempranillo, que logran vinos frutales, equilibrados y de taninos suaves.
Luján de Cuyo: Considerada la cuna del Malbec argentino, esta zona presenta suelos profundos con mayor presencia de arcilla, que retiene más humedad y permite el desarrollo de vinos con gran estructura, concentración y taninos redondos. A alturas que oscilan entre los 800 y 1.100 metros, la combinación de suelos y clima da lugar a Malbecs de perfil frutado, con cuerpo y elegancia, además de destacadas expresiones de Cabernet Sauvignon y Bonarda.
Valle de Uco: Ubicado entre los 900 y 1.600 metros de altitud, este valle se caracteriza por sus suelos aluviales y calcáreos, con excelente drenaje. La presencia de carbonato de calcio aporta frescura y tensión a los vinos, favoreciendo la acidez natural y la estructura. Esto se traduce en Malbecs vibrantes, con notas florales y taninos finos, además de excelentes Chardonnay y Cabernet Franc con gran complejidad y longevidad.
Oasis Sur (San Rafael y General Alvear): En esta zona, ubicada entre los 450 y 800 metros de altitud, predominan los suelos franco-arenosos con presencia de piedra y arcilla en profundidad. El clima es más templado en comparación con otras regiones mendocinas, lo que favorece la producción de vinos equilibrados y elegantes. San Rafael, en particular, es reconocido por su excelente Chenin Blanc, así como por Cabernet Sauvignon y Merlot con gran expresión frutal y acidez moderada.
San Juan posee varios valles, el Valle del Tulum: Es la región vitivinícola más tradicional y productiva de San Juan. Se encuentra a una altitud de entre 600 y 750 metros sobre el nivel del mar, con suelos mayormente franco-arenosos y profundos, con buen drenaje. Gracias a su clima cálido y seco, es ideal para la producción de Syrah, la variedad insignia de la provincia, que se expresa con cuerpo medio, notas especiadas y taninos suaves. También se destacan variedades como Bonarda y Malbec, que logran vinos frutales y de perfil accesible.
Valle de Pedernal: Situado entre los 1.200 y 1.500 metros de altitud, este valle presenta suelos calcáreos y pedregosos, con una gran influencia de la altura y una amplitud térmica marcada. Estas características permiten obtener vinos con gran frescura, acidez natural y estructura, destacándose el Malbec con notas minerales, taninos firmes y un perfil elegante. Además, el Cabernet Franc y el Chardonnay han mostrado un potencial sobresaliente en esta zona.
Valle de Zonda: Ubicado a menor altitud, entre los 650 y 850 metros sobre el nivel del mar, tiene suelos franco-arenosos y pedregosos con excelente drenaje. Su clima seco y soleado permite una maduración óptima de las uvas, resultando en vinos expresivos y concentrados. Es una zona destacada para la producción de Syrah y Cabernet Sauvignon, que presentan una notable intensidad de color y aromas especiados.
Valle de Calingasta: Enclavado en la precordillera, este valle se sitúa entre los 1.300 y 1.500 metros de altitud y cuenta con suelos aluviales con presencia de rocas y sedimentos de origen andino. Su clima seco y la altitud favorecen la producción de vinos de gran carácter y tipicidad, con taninos firmes y buena acidez. El Malbec de Calingasta se distingue por su estructura y notas minerales, mientras que el Syrah y el Cabernet Sauvignon también logran una excelente expresión.
Valle de Ullum: Ubicado en una zona más cálida, con altitudes entre 700 y 850 metros, presenta suelos arenosos y pedregosos, con buen drenaje y baja retención de agua. Este terroir favorece la producción de variedades como Torrontés, que se expresa con un perfil floral y fresco, y Syrah, que adquiere notas especiadas y un cuerpo envolvente.
En general, los suelos de La Pampa son predominantemente planos, con grandes extensiones de tierras bajas y llanuras, lo que genera suelos fértiles y aptos para la agricultura. Muchos de estos suelos son aluviales, con capas de arcilla, limo y arena, que tienen una excelente capacidad de retención de agua y sustancias nutritivas, lo que favorece el cultivo de una amplia variedad de productos agrícolas. Los suelos en las zonas cercanas a los ríos, como el río Salado y el río Colorado, son más ricos en nutrientes debido a los sedimentos depositados por las inundaciones y el arrastre del agua. Estos suelos suelen ser más profundos, arcillosos y con un buen balance de humedad.
Neuquén se encuentra en una zona de transición entre las regiones del norte y del sur de Argentina, lo que se refleja en sus suelos, predominantemente aluviales, con una gran variabilidad en su composición. Tienen una buena capacidad de retención de agua, lo que es fundamental en un clima semiárido. Las vides crecen en suelos pedregosos y sueltos, lo que favorece una maduración uniforme. Variedades como Cabernet Sauvignon y Malbec destacan por su complejidad y concentración
Río Negro se caracteriza por sus suelos franco-arcillosos, que ofrecen un excelente drenaje y son ideales para el cultivo de variedades de ciclo corto. La amplitud térmica de la región, con inviernos fríos y veranos cálidos, favorece la conservación de la acidez en las uvas. Las vides crecen en suelos ricos en minerales, lo que contribuye a la complejidad de los vinos. Las variedades Pinot Noir y Merlot son las más representativas de la región, produciendo vinos delicados con una gran expresión aromática.
Chubut: Chubut es la provincia vitivinícola más austral de Argentina y una de las más frías del mundo para la producción de vinos. Con viñedos que llegan hasta los 45° de latitud sur, el clima extremo, la altitud en algunas zonas y los suelos con presencia de esquistos y pizarra crean un entorno único para la elaboración de vinos de gran frescura, acidez vibrante y elegancia.
Valle de Trevelin: Ubicado en la región cordillerana, este valle es una de las zonas más frías de Argentina para la vitivinicultura, con inviernos rigurosos y veranos frescos. Los suelos aquí presentan una composición de esquistos, pizarras y sedimentos glaciarios, lo que permite un excelente drenaje y aporta mineralidad a los vinos. Gracias a la marcada influencia del clima, el Pinot Noir se expresa con gran delicadeza, notas de frutos rojos frescos y una acidez electrizante. El Chardonnay, por su parte, adquiere una expresión vibrante, con notas cítricas y un perfil tenso y elegante.
Valle Inferior del Río Chubut: En esta zona, más cercana al Atlántico, los suelos combinan pizarras y esquistos con arenas y arcillas, lo que permite un buen drenaje y moderada retención hídrica. La influencia oceánica aporta frescura y brisas constantes que favorecen la sanidad de los viñedos. Aquí se destacan variedades como Pinot Noir y Merlot, que logran un perfil sutil y de taninos finos, además de Sauvignon Blanc y Riesling, que presentan notas florales y cítricas con una acidez marcada.
Sarmiento: Ubicado en el centro de la provincia, este terroir se caracteriza por suelos calcáreos y pedregosos, con presencia de esquistos y pizarra, lo que aporta una gran mineralidad a los vinos. El clima es extremadamente seco y frío, con una amplitud térmica muy marcada. Estas condiciones permiten la producción de vinos blancos con acidez vibrante, especialmente Chardonnay y Gewürztraminer, que expresan notas florales, cítricas y especiadas. En tintos, el Pinot Noir muestra una estructura ligera y elegante, con un perfil fresco y especiado.
Los viñedos más australes del mundo: En los últimos años, Chubut ha sido protagonista de proyectos experimentales en zonas cercanas a la latitud 46° Sur, donde los viñedos desafían las condiciones extremas del clima patagónico. En estos suelos rocosos y pobres, con una fuerte presencia de pizarra y esquistos, se están obteniendo vinos con una frescura sin precedentes, destacándose los espumosos de Chardonnay y Pinot Noir, que presentan una acidez vibrante y una marcada mineralidad.
El avance de la vitivinicultura en Chubut demuestra que la latitud extrema no es una limitación, sino una oportunidad para explorar nuevas expresiones del vino argentino.
Buenos Aires; es una de las regiones vitivinícolas emergentes de Argentina, con un crecimiento sostenido en los últimos años. Se han desarrolldo variedades como Pinot Noir, Chardonnay, Albariño, Merlot y Cabernet Franc. A diferencia de las clásicas regiones vitivinícolas de Argentina, donde la altura es un factor clave, en Buenos Aires la influencia marítima y las temperaturas moderadas juegan un papel fundamental en la identidad de sus vinos.
Chapadmalal: Ubicada a pocos kilómetros del océano Atlántico, cerca de Mar del Plata, esta región se caracteriza por suelos franco-arenosos con buen drenaje y una gran influencia marítima. La brisa del Atlántico modera las temperaturas, lo que permite una maduración lenta de las uvas y preserva su acidez natural. Aquí se destacan los espumosos de Chardonnay y Pinot Noir, con gran frescura y mineralidad, además de tintos ligeros y elegantes de Pinot Noir y Albariño con un perfil vibrante.
Berisso: Situada en la ribera del Río de la Plata, esta zona presenta suelos arcillosos y limo-arenosos, con buena retención de humedad. El clima húmedo y templado permite obtener vinos con una acidez natural destacada. La región es conocida por su vino de la costa, elaborado con la histórica variedad Isabella (o Criolla Chica), de perfil frutal y ligero. En los últimos años, se han implantado variedades como Malbec y Cabernet Franc, que logran una expresión más fresca y frutal que en otras regiones del país.
Junín: En el norte de la provincia, esta zona cuenta con suelos franco-arenosos y un clima más continental, con veranos cálidos e inviernos fríos. La menor influencia oceánica permite obtener vinos con más estructura y concentración. Aquí se destacan los Cabernet Sauvignon y Merlot, que presentan una buena intensidad de color, taninos firmes y una expresión frutal madura.
Tandil: Ubicada en el sistema de sierras del sudeste bonaerense, Tandil presenta suelos graníticos y pedregosos, con buen drenaje y baja fertilidad, lo que favorece un rendimiento moderado de las vides y una mayor concentración en los vinos. El clima es fresco y ventoso, lo que da lugar a vinos con gran acidez y elegancia.
Saldungaray: Ubicada en el sudoeste de la provincia, cerca de Sierra de la Ventana, esta zona presenta suelos arenosos y calcáreos, con una notable influencia del viento. El clima seco y de noches frías favorece una maduración equilibrada de las uvas, permitiendo obtener vinos de gran frescura y tensión. Aquí se destacan el Cabernet Franc y el Syrah, con notas especiadas y una acidez vibrante, además de algunos experimentos con variedades blancas como Sauvignon Blanc y Viognier.
Balcarce: Situada al sur de Tandil, esta zona también forma parte del sistema serrano y se caracteriza por suelos calcáreos y pedregosos, con buena capacidad de drenaje. La amplitud térmica es marcada, permitiendo una maduración lenta y óptima de las uvas. Aquí se obtienen Chardonnay y Pinot Noir de gran acidez y perfil mineral, ideales para la elaboración de espumosos. También hay experiencias exitosas con Albariño, que logra una expresión fresca y salina, reflejando la influencia oceánica.
Los suelos de Entre Ríos, particularmente en localidades como Colón, Victoria y Gualeguaychú, presentan una gran diversidad, influenciada por su ubicación en las márgenes del río Uruguay. Estos suelos son mayormente aluviales, lo que significa que están formados por depósitos de sedimentos traídos por el agua. En Colón y Victoria, los terrenos se caracterizan por su fertilidad y su capacidad de retención de agua, siendo ideales para la agricultura y viticultura, con un perfil de suelos franco-arcillosos. En Gualeguaychú, los suelos son más ligeros y arenosos, lo que favorece el drenaje y la aireación, permitiendo el cultivo de variedades que requieren menos humedad. Estas características de los suelos, junto con el clima templado y húmedo de la región, crean condiciones excepcionales para la producción de vinos y productos agrícolas de alta calidad.
Los suelos de Argentina son increíblemente diversos, y cada región tiene sus características que influyen de manera única en la vitivinicultura. Cada suelo tiene su historia, conforma un terroir y su potencial para producir vinos excepcionales. Conocerlos y comprender cómo afectan la viticultura es esencial para valorar la rica diversidad vinícola de nuestro país.
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