Foto: Bodegas Fundador
¿Sabías que Jerez de la Frontera, en el sur de España, es el hogar de algunos de los vinos más legendarios del mundo? Junto a Sanlúcar de Barrameda y El Puerto de Santa María, el llamado Marco de Jerez, protegido por la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry es la más antigua de España.
Su nombre, «Sherry», proviene de la adaptación inglesa del nombre español «Jerez».
La singularidad de estos vinos nace de la combinación de tres factores: el suelo blanco de albariza, el clima atlántico y el sistema de crianza de soleras y criaderas logran complejidad y constancia.
El origen de una leyenda
La historia de Jerez se remonta a los fenicios, que en el siglo IX a.C. introdujeron la vid en la región, seguida por los romanos, quienes expandieron el comercio del vino y perfeccionaron las técnicas de producción. Durante la época árabe (siglos VIII a XIII) se aportaron importantes conocimientos agrícolas y de destilación, que influyeron en la elaboración del vino. A partir del siglo XVI, Jerez vivió un auge en las exportaciones, especialmente hacia Inglaterra y América, consolidando su prestigio internacional. Aunque en el siglo XIX la filoxera afectó gravemente los viñedos, la industria supo reinventarse y, hoy, Jerez vive un renacimiento en la alta gastronomía y el enoturismo, con un reconocimiento mundial que lo mantiene como un referente histórico y cultural de la vitivinicultura.
El secreto de estos vinos comienza en sus suelos. En el Marco de Jerez se encuentran los Pagos del Sherry, zonas vitivinícolas privilegiadas que concentran los mejores viñedos: Macharnudo, Carrascal y Balbaína.
La albariza, un suelo blanco y poroso que refleja la luz solar y retiene la humedad, junto con el clima atlántico y la influencia de los vientos de levante y poniente, crea las condiciones ideales para el cultivo de la uva Palomino Fino, base de la mayoría de los Jerez.
Cada pago tiene su personalidad: Macharnudo aporta estructura y mineralidad; Balbaína, frescura y elegancia; y Carrascal, intensidad y carácter. Juntos conforman el corazón del territorio que da vida a vinos únicos en el mundo.
Las uvas y el arte de su elaboración
Los vinos de Jerez se elaboran principalmente con tres variedades: Palomino Fino, la reina del Marco, responsable de los estilos secos; Pedro Ximénez (PX) y Moscatel, utilizadas para los vinos dulces naturales.
El proceso de elaboración es tan singular como su historia. Tras la fermentación, los vinos se clasifican según su estructura: los más ligeros se destinan a crianza biológica, bajo un velo de levaduras llamado flor, y los más robustos a crianza oxidativa, donde el vino envejece en contacto con el aire.
Todo se desarrolla en el sistema de criaderas y solera, un método de envejecimiento dinámico que combina vinos jóvenes con más añejos, garantizando constancia y complejidad aromática.
El sistema de criaderas y soleras
Uno de los aspectos más fascinantes del Jerez es su sistema de crianza, conocido como “criaderas y soleras”. Este método, único en el mundo, permite mantener un estilo constante y una calidad excepcional año tras año.
Las criaderas son las filas de barricas donde reposan los vinos más jóvenes, mientras que la solera es la última fila, la más cercana al suelo, que contiene el vino más viejo y complejo.
Cuando se embotella Jerez, se extrae solo una parte del vino de la solera, que se reemplaza con vino de la criadera inmediatamente superior. Este proceso se repite sucesivamente, de modo que los vinos más nuevos se van nutriendo de los más viejos.
El resultado es una mezcla armónica, con una continuidad de estilo y profundidad que solo el paso del tiempo puede conferir. Es una crianza viva, donde cada barrica guarda la memoria líquida de generaciones.
Descrubrí el fascinante sistema de crianza dinámica de los vinos de Jerez en este video que muestra cómo se aplica el método de criaderas y soleras paso a paso. https://youtu.be/kQoq9hUIrd4
Estilos de Jerez
Los vinos de Jerez se distinguen por su crianza biológica u oxidativa, y cada estilo tiene su carácter único. Los finos y manzanillas, secos, ligeros y salinos, se desarrollan bajo un velo de levaduras llamado flor y son ideales como aperitivo, acompañando tapas, jamón ibérico, aceitunas, mariscos o sushi.
Los amontillados, que comienzan bajo flor y luego pasan a crianza oxidativa, despliegan notas de frutos secos y combinan con alcachofas, consomés y quesos curados. Los olorosos, totalmente oxidativos, son robustos y con cuerpo, perfectos para carnes estofadas, guisos, caza o quesos azules. Los raros y elegantes palos cortados combinan la finura del amontillado con la potencia del oloroso, acompañando foie gras, rabo de toro o quesos intensos. En el universo dulce, los Pedro Ximénez (PX) y Moscatel, de uvas pasificadas y aromas de pasas e higos, se lucen con postres de chocolate, helados, quesos azules o como salsa sobre frutas y foie. Por último, los Cream y Medium son mezclas de vinos secos y dulces, muy populares en la exportación.
Por qué Jerez es tan famoso
Jerez ha sabido conquistar al mundo desde hace siglos. Su historia se remonta a los fenicios, que introdujeron la vid en la región, y los romanos, que consolidaron la viticultura y el comercio. Durante la Reconquista, los vinos de Jerez comenzaron a exportarse masivamente, especialmente a Inglaterra, donde Shakespeare los menciona como Sherry Sack. Fueron consumidos en las cortes europeas durante siglos y su prestigio perdura hasta hoy. Además, la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, creada en 1933, protege su legado y asegura la calidad y autenticidad del vino. Su versatilidad, que permite ir del aperitivo a los postres más dulces, y su capacidad de expresar historia y terroir lo convierten en un icono mundial.
Maridajes clásicos
El Jerez es un vino gastronómico por excelencia, capaz de acompañar desde un aperitivo hasta el postre con una elegancia única.
Un Fino o Manzanilla realza el sabor de jamón ibérico, mariscos, sushi o aceitunas, gracias a su frescura y su toque salino.
El Amontillado se luce junto a quesos curados, sopas, setas (hongos) o aves, aportando matices de frutos secos y una estructura envolvente.
El Oloroso, más corpulento y oxidativo, es ideal con carnes de caza, guisos tradicionales, pato o estofados de larga cocción.
Los Palo Cortado combinan muy bien con foie gras, rabo de toro y quesos intensos, donde su complejidad y equilibrio entre finura y potencia encuentran un contrapunto delicioso.
El Pedro Ximénez, con su dulzura aterciopelada, acompaña postres de chocolate amargo, helados cremosos, frutos secos o quesos azules, convirtiendo cada bocado en una experiencia sublime.
Foto: Pinterest
Enoturismo en el Marco de Jerez: una experiencia sensorial única
El enoturismo en el Marco de Jerez ofrece una experiencia que despierta todos los sentidos. Las bodegas, algunas con siglos de historia, abren sus puertas para visitas guiadas, catas y eventos especiales, permitiendo descubrir los secretos de la crianza bajo el sistema de soleras y criaderas. Además, la ruta del vino permite paseos por viñedos, degustaciones gastronómicas y actividades culturales que combinan tradición, innovación y hospitalidad. El Marco de Jerez se convierte así en un destino enoturístico de primer nivel, ideal para quienes aman el vino y la cultura.
La Ruta del Vino y Brandy del Marco de Jerez, que abarca municipios como Jerez, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda y Chipiona, reune a más de un centenar de establecimientos que ofrecen experiencias únicas en torno a la cultura del sherry.
Desde catas en bodegas históricas hasta alojamientos entre viñedos, pasando por talleres de cata y maridaje, cada rincón del Marco invita a sumergirse en su rica tradición vinícola.
Eventos como el Festival de Jerez, la Fiesta de la Vendimia y el Día Mundial del Enoturismo enriquecen la oferta, permitiendo a los visitantes disfrutar de música, danza, gastronomía y, por supuesto, excelentes vinos. Además, la cercanía con el Parque Natural de Doñana ofrece la posibilidad de combinar la experiencia enológica con la belleza natural de la región.
Más que un vino, Jerez es historia, tradición y cultura. Su capacidad de adaptarse a distintos momentos y platos lo convierte en un tesoro para quienes amamos descubrir el mundo a través de una copa.
Cada botella es esencia de Andalucía, un puente entre siglos de técnica y pasión que nos invita a disfrutar, aprender y compartir.
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