Brotación: el renacer de la vid

Foto: Alejandro Vigil

Cuando los primeros rayos de sol acarician la tierra fría, la vid despierta: brotes verdes emergen tímidamente, prometiendo nuevas hojas, flores y fruto. Es el renacer del ciclo anual, el momento en que la viña vuelve a latir.

Así la primavera se prende de la planta y ella retoma su ciclo anual.
En este proceso es importante que luego de la poda hayan quedado sólo los brotes que van a ser necesarios para de este modo evitar exceso de uvas y vegetación.
Las fechas de brotación tienen que ver con cada variedad de uva, puede variar y se dan en la primavera.

¿Qué es la brotación?

La brotación es ese instante mágico en primavera cuando, después de la poda, las yemas comenzaron a despertar y aparecen los primeros brotes. Es el punto de partida del crecimiento, el preludio de la floración y el fruto. Cada variedad de uva tiene su propio calendario: unas brotan antes, otras más tarde, dependiendo del frío, la altitud, el suelo y la ubicación geográfica.

Riesgos que acechan

Una de las mayores amenazas de esta etapa son las heladas primaverales. En regiones como Mendoza, Patagonia pueden extenderse hasta diciembre, y si los brotes están muy expuestos, pueden perderse flores, ramas o frutos enteros.
Cuando la viña está en pendiente, el aire frío se desplaza hacia abajo, lo que ayuda; los suelos más bajos suelen acumular aire frío, y eso puede ser un problema.

También hay que controlar el exceso de vegetación: si tras la poda quedaron demasiados brotes, la vid agota recursos, se reduce la calidad del fruto y aumenta el riesgo de enfermedades.

Técnicas de protección

El riesgo de las heladas es complejo, en muchos casos obliga a que enólogos/as, ingenieros agrónomos y personas encargadas de los viñedos a estar en alerta aún de madrugada.
Se suman noches sin dormir, por eso siempre es tan importante que cuando abras una botella de vino tengas en cuenta cuánto trabajo hay detrás de ella.

Hay diferentes métodos que se utilizan para combartir las heladas.

– Suelen colocarse «barreras» de aire, es decir árboles (en la Patagonia y otras regiones son muy comunes los álamos) ,arbustos o terraplenes.

– Se recomienda una poda que ubique los racimos a mayor altura del terreno esto es para proteger la vid, también que la misma se efectúe tardíamente para que la brotación se retrase.

– Riego por aspersión: por medio de aspersores se aplica una película de agua sobre las uvas que se congela y así el mismo hielo es el que protege a los frutos y a las hojas de temperaturas inferiores a los cero grados. Esta técnica tiene que tener cuidado cuando comenzar, cuando detenerla y la cantidad de agua a emplear.

– Riego de superficie: a veces se realiza un riego por inundación o “manto”, así el agua libera lentamente su calor al enfriarse, la contra es que si la helada se prolonga, se forma hielo. Si bien su costo es bajo puede traer enfermedades por humedad de las raíces.

– Calor: se brinda calor a través de calentadores, es decir tachos con carbón en las puntas de las hileras que se prenden y generan un microclima, se sube la temperatura del aire que rodea a las plantas.

¡Esperamos te haya gustado esta entrada, tanto como a nosotros hacerla!

Dedicamos esta entrada a quienes caminan y resguardan los viñedos de nuestra querida Argentina.

¡Muchas gracias por tus cálidos comentarios y visitas al blog!

Taninos del vino: qué son, dónde se encuentran y cómo reconocerlos


Los taninos son compuestos fenólicos, presentes sobre todo en los vinos tintos, que aportan estructura, astringencia y capacidad de guarda.
Su característica principal es generar en boca una sensación de sequedad, percibiéndose ligeramente en las encías y la lengua. Esto ocurre porque los taninos se unen a las proteínas de la saliva, reduciendo la sensación de lubricación natural.
Además, cumplen un rol clave: protegen al vino gracias a su acción antioxidante y ayudan a fijar el color, trabajando en armonía con los antocianos presentes en la uva.

Dónde se encuentran

En el mundo del vino, los taninos provienen principalmente de la propia uva y de la madera. Están en las pieles, las semillas y los escobajos, partes de la uva que durante la fermentación o maceración liberan estos compuestos. También en la madera, como el roble de las barricas, aporta taninos elágicos que se integran al vino durante su crianza.
Más allá de la copa, encontramos taninos en alimentos y bebidas cotidianos como el té, el mate, el chocolate amargo, las nueces o la granada, así como en varias frutas -como el membrillo, la manzana, la pera, el caqui, la banana verde, referencias útiles para reconocer su textura.

Cómo se sienten en boca

Los taninos se perciben a través del tacto en boca. Su principal manifestación es la astringencia, esa sensación de sequedad o “agarre” que deja el vino sobre encías, paladar y laterales de la lengua. Pueden aportar un leve amargor, aunque su aporte esencial está en la estructura, el cuerpo y la persistencia. Cuando los taninos son suaves y maduros, la textura resulta sedosa; cuando son verdes o excesivos, se perciben más ásperos y rugosos.

Del viñedo a la copa

El tipo de tanino que encontramos en un vino está determinado desde la uva y el trabajo en bodega. Aquí entra en juego la llamada madurez fenólica, que es el momento en el que los compuestos presentes en la piel y las semillas —entre ellos taninos y antocianos— alcanzan el equilibrio ideal. No se trata solo de que la uva tenga el nivel de azúcar adecuado para fermentar; se trata de que los taninos estén maduros, menos ásperos, con semillas que ya no son verdes ni amargas, y pieles que liberen color y textura de forma más armoniosa. Una buena madurez fenólica permite elaborar vinos con taninos más dulces, redondos y elegantes.
La decisión sobre despalillar o no los racimos, el tiempo y la temperatura de maceración, las técnicas de remontaje o pigeage, el tipo de prensado y la crianza en barrica o en botella influyen en el resultado final. Con el tiempo, los taninos tienden a polimerizarse, es decir, a integrarse entre sí, volviéndose más suaves. En vinos de guarda, este proceso a menudo genera posos en el fondo de la botella, una señal natural de evolución.


Variedades y estilos

No todas las variedades de uva entregan la misma cantidad de taninos. Cepas como Cabernet Sauvignon, Nebbiolo, Tannat o Petit Verdot se destacan por su carácter firme y estructurado. Otras como el Malbec, el Tempranillo o la Syrah tienen niveles medios, mientras que Pinot Noir o Gamay suelen ofrecer vinos de taninos más bajos y delicados. Los blancos, salvo los de maceración con pieles o los que pasan por madera, casi no presentan taninos perceptibles.


Cómo reconocer y suavizar los taninos

Identificarlos es sencillo con un poco de práctica. Basta con sostener el vino en boca, friccionar la lengua contra las encías y notar si aparece una sensación de sequedad y de textura rugosa. Para quienes prefieren taninos más amables, airear el vino en una decantadora o en la copa, servirlo a la temperatura adecuada y acompañarlo con comidas ricas en grasas o proteínas -como carnes, quesos curados o estofados- ayuda a suavizar su impacto. Estos alimentos interactúan con los taninos, reduciendo la astringencia y potenciando el disfrute.

Mitos y verdades

Existe la creencia de que un vino con muchos taninos es automáticamente de mejor calidad, cuando en realidad lo más importante es el equilibrio con el resto de los componentes: fruta, acidez y alcohol. Solemos asociar los taninos con los vinos tintos, pero lo cierto es que el vino blanco también puede contenerlos, aunque en menor medida. Durante su elaboración, los blancos generalmente tienen muy poco contacto con las pieles, por lo que su carga tánica es mínima. Sin embargo, cuando pasan tiempo en barrica, adquieren taninos provenientes de la madera. Estos taninos, incluso en pequeñas concentraciones, juegan un papel fundamental: actúan como conservantes naturales al prevenir la oxidación.
Otro mito frecuente es que los taninos provocan dolor de cabeza; no hay evidencia directa de ello, ya que las causas más comunes suelen estar relacionadas con la deshidratación, las histaminas o el exceso de consumo.

Una forma sencilla de entender la sensación de los taninos en el paladar consiste en preparar una taza de té negro y probarla a distintos tiempos de infusión: al minuto, a los dos minutos y a los cinco minutos. Luego de un tiempo se lo va a sentir bastante astringente, esos son los taninos.
Otra manera es probar un sorbo de un vino tinto tánico y acompañarlo con un trozo de queso luego volver a probar el vino. La sensación de sequedad disminuirá, demostrando cómo el maridaje interactúa con los taninos para redondear la experiencia.

En definitiva, los taninos son, en cierto modo, el esqueleto del vino tinto. Sostienen su estructura, le dan carácter, actúan como conservantes naturales y preparan al vino para el paso del tiempo. Comprenderlos no solo permite apreciar mejor la calidad de un vino, sino también disfrutar de la complejidad que cada copa puede ofrecer.
En el equilibrio de estos compuestos está gran parte de la magia de un buen vino.

El maravilloso fenómeno del lloro de la vid

Cuando empiezan los días más cálidos, la vid inicia un ciclo nuevo lleno de vida y promesas. Uno de los fenómenos más fascinantes que se observa en este momento es el llamado “lloro de la vid”. Se trata de las primeras señales visibles del despertar de la planta después del reposo invernal.

El lloro de la vid ocurre cuando, tras la poda, comienzan a aparecer gotas transparentes en los cortes de los sarmientos. Este “llanto” no es más que la savia que empieza a moverse nuevamente por el interior de la planta, impulsada por el incremento de las temperaturas y la actividad en las raíces. Es una respuesta natural de la vid a los cambios en el ambiente: el suelo se calienta, las raíces absorben agua y minerales, y el flujo de savia se restablece, preparando a la planta para el inicio de un nuevo ciclo vegetativo.

Este momento marca el fin del letargo invernal. Durante los meses fríos, la vid reduce su actividad metabólica para protegerse de las bajas temperaturas. Sin embargo, cuando el clima se vuelve más cálido, las raíces reanudan su labor de absorber nutrientes y agua, generando presión interna. La savia, rica en azúcares, minerales y hormonas vegetales, comienza a circular y, al encontrar los cortes de la poda, sale en forma de pequeñas lágrimas.

El lloro de la vid es mucho más que un espectáculo visual. Es un indicador de la salud de la planta y de la correcta transición entre estaciones. También es una señal para los viticultores: anuncia el comienzo de las tareas de campo más intensas, como la supervisión del brote de las yemas, el control de plagas y el seguimiento del desarrollo de los futuros racimos.

Este fenómeno tiene una profunda carga simbólica para quienes trabajan la tierra.
Cada gota representa el inicio de una nueva oportunidad, el renacer de un ciclo que culminará meses después con la cosecha. Observar este proceso es comprender el ritmo de la naturaleza, su delicado equilibrio y la relación íntima entre el trabajo del hombre y la vida de la vid.

Suele extenderse durante una semana o hasta diez días, dependiendo de las condiciones climáticas de cada región. Durante este período, la vid comienza a movilizar sus reservas internas y a prepararse para una nueva temporada productiva, en la que los brotes se desarrollarán, florecerán y, finalmente, darán origen a los racimos de uvas.

Así como la vid despierta después del reposo, que vos también puedas reencontrarte con tu esencia, renovar tus fuerzas y dar lo mejor de vos, dejando florecer una versión más plena y auténtica de quien sos.

«De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver las cosas que tú no ves. Que te enseñe a mirar con otros ojos

Mario Benedetti

Brindemos por el Día del Prosecco



Hoy, 13 de agosto, celebramos esas burbujas italianas que invitan a disfrutar la vida con frescura y alegría.

El Prosecco se elabora principalmente con la uva Glera, trabajada bajo el método Charmat-Martinotti, en el que la segunda fermentación ocurre en tanques de acero inoxidable. Este proceso conserva toda su vivacidad, realzando sus aromas frutales, como pera y manzana verde, y sus delicadas notas florales, que lo hacen tan fácil de disfrutar.

Un poco de historia

El Prosecco tiene raíces antiguas. Su nombre proviene de la localidad de Prosecco, cerca de Trieste, y ya era mencionado en escritos del siglo XVIII. Sin embargo, fue durante el siglo XX que comenzó a ganar popularidad más allá de Italia, gracias a su frescura, versatilidad y accesibilidad.

A diferencia del champagne, que se fermenta en botella, el Prosecco utiliza el método Charmat, es decir partiendo de un vino base se realiza la segunda fermentación en tanques de acero inoxidable, lo que preserva la fruta y el aroma natural de la uva. Su tradición está protegida por la Denominación de Origen Controlada (DOC y DOCG), con epicentro en las colinas de Conegliano-Valdobbiadene y otras zonas del noreste de Italia, especialmente Véneto y Friuli-Venezia Giulia. La combinación de suelos, brisas y clima fresco le otorga ese carácter vibrante y elegante que lo distingue.

Mi experiencia en Italia

Tuve la oportunidad de degustarlo por primera vez en Rímini, junto a mi compañera de ferias de turismo, Marta Sanchez. Después de largas jornadas de trabajo, nos escabullíamos por las calles de esta hermosa ciudad veraniega para vivir el aperitivo italiano: una copa de Prosecco fresco, risas y ese ambiente encantador que solo Italia sabe crear.

¿Por qué celebramos el Día del Prosecco?

Cada 13 de agosto, Italia y los amantes del vino en todo el mundo celebran el Día del Prosecco, en reconocimiento a su historia, su tradición y su capacidad de acompañar momentos de celebración. Es un recordatorio de que el vino no es solo una bebida, sino una experiencia cultural que une gente, historias y paisajes.

Un brindis por las burbujas, los viajes y esos momentos que se convierten en recuerdos imborrables.

El decantador: historia y magia para el vino


El decantador es un recipiente de vidrio o cristal, generalmente con una base ancha y un cuello estrecho, diseñado para contener y servir vino. Su forma particular no es casual: está pensado para facilitar la separación del vino de sus sedimentos y para permitir que el vino “respire”, mejorando así su aroma y sabor.

Su origen se remonta a más de 2.000 años atrás, en la época romana, cuando ya se valoraba la importancia de separar el vino de sus sedimentos y de oxigenarlo para potenciar sus cualidades. En aquellos tiempos, los decantadores eran similares a ánforas, y el vino se almacenaba en vasijas hechas de diversos materiales como barro, madera, plata, cristal de roca e incluso porcelana china.

A finales del siglo I d.C., los romanos introdujeron la técnica del soplado del vidrio, revolucionando la creación de recipientes como los decantadores. Durante el Renacimiento, la innovación en el diseño y elaboración de decantadores de vidrio fue adoptada por artesanos de Alemania, Francia y Gran Bretaña, quienes les dieron formas artísticas que combinaban funcionalidad y estética.

Hoy en día, el decantador sigue siendo un aliado indispensable para los amantes del vino. Es especialmente útil para vinos tintos jóvenes que necesitan aireación o para vinos añejos con sedimentos. Más allá de su función práctica, aporta elegancia y ceremonia al momento de disfrutar una copa.

El decantador en el servicio de vino

El uso del decantador en el servicio no es solo una cuestión estética, sino una práctica que mejora significativamente la experiencia del comensal. Al decantar un vino, se buscan principalmente dos objetivos: separar el vino de posibles sedimentos y favorecer la oxigenación, lo que potencia los aromas y suaviza los taninos.

Aunque muchas personas creen que no todos los vinos requieren decantación, en vinos con estructura marcada, añejos o que han permanecido años en botella, este proceso ayuda a que el vino se exprese mejor y despliegue toda su complejidad.

En restaurantes y eventos, el decantador aporta elegancia y solemnidad al momento de servir, transformando el acto de beber vino en un ritual que invita a disfrutar con calma y atención. El proceso de decantación debe hacerse con cuidado y paciencia, evitando agitar el vino para no mezclar los sedimentos.

El decantador no solo transforma el vino, sino que convierte cada copa en una experiencia especial, uniendo tradición, ciencia y placer en cada sorbo.

Esperamos te haya gustado esta nota, desde ya te decimos es un placer tenerte como lector apasionado.

«El vino siembra poesía en los corazones»
                                                        Dante Alighieri

Las viñas viejas y el encanto de los vinos elaborados con ellas

Viñasantiguassalta


Las viñas antiguas o viejas son  las que poseen unos cuarenta años en adelante. Es la que podés observar en la foto, que se encuentra camino a la Bodega Colomé, en la provincia de Salta . Por el contrario, una planta de vid adulta es aquella que tiene unos 15 años.

En los primeros años de la vid, la planta busca expandir sus raíces para conseguir los nutrientes del suelo. Trabaja para desarrollar sus sarmientos y sus hojas. Al conjunto de esas hojas se denomina canopia. En esa etapa, la producción no está tan equilibrada cómo si lo está en una planta con muchos años. De este modo, muchos de los vinos que provienen de viñas con poca edad son elaborados como vinos jóvenes para ser consumidos en el año.
Conforme van pasando los años – cómo sucede con las personas- la planta se va equilibrando, produce menos y las cepas ya se encuentran a sus anchas en el suelo y con el clima.

Viñas Viejas, Old Vines, Vieilles Vignes

Algunos enólogos les gusta comunicar en las etiquetas que el vino fue elaborado con viñas antiguas. Es por eso, que de un tiempo atrás ahora se suelen observar términos como Old Vines, viñas viejas en las etiquetas. En nuestro país hay algunos vinos que son elaborados de este modo. Otro factor muy importante es la fertilidad del terroir, el tipo de nutrientes que tiene. De esta manera las viñas viejas van a aguantar mejor el estrés hídrico y van a precisar de menos curaciones ( aquí en Argentina, reciben muy pocas por la sanidad del suelo).
Las viñas viejas, con el correr de los años demuestran la posibilidad de resiliencia (capacidad de pasar por momentos difíciles). Ofrecen rendimientos menores, aunque una muy buena calidad.
Lo que pierden en cantidad, lo ganan en carácter. Al tener raíces más profundas, las viñas viejas alcanzan capas del suelo inaccesibles para cepas jóvenes. Esto les permite absorber minerales y agua en forma más estable, incluso en años de clima extremo. El resultado son vinos más estructurados, complejos y con una identidad marcada.

Valorando el patrimonio

Existen en la Argentina casos de viñedos antiguos que, aunque sus uvas no se emplean para vinificar vinos, son atesorados por su valor histórico y cultural. Hay un sector que se denomina «el museo», son los viñedos de la Finca La Merced, que pertenecen a la Bodega Etchart  en Cafayate, alli hay plantas de Torrontés y Criolla con 154 años de antigüedad.
Poner en valor esas viñas es parte de nuestra historia, nuestra identidad cómo país viticultor. Es algo que no sólo quienes están en esta apasionante actividad deben hacer, sino todas las personas que comunican y que son embajadores y embajadoras de nuestra cultura.

Cuidarlas es honrar nuestra historia

Muchas de estas viñas han sobrevivido décadas de abandono, crisis económicas o cambios de tendencia. Preservarlas es, también, un acto de respeto por quienes las plantaron y cuidaron. Son parte viva de nuestro patrimonio vitivinícola, y merecen ser valoradas, vinificadas y compartidas.

¿Y vos conocés alguna viña antigua?

Esperamos te haya gustado esta entrada. Muchas gracias por todos tus comentarios y aportes que nos hacés en las redes.

«A veces tocar fondo es una maravillosa oportunidad para rehacer tu vida.»

                                                                                                                    J. K. Rowling

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¿Querés aprender de vinos? Empezá con estos 10 consejos

Parejayvino


Muchas veces querés aprender sobre vinos, y crees que hay que saber un montón para disfrutar una copa… sin embargo, no es así. El vino es cultura, es placer, es compañía. No hay que saber “todo” para empezar: alcanza con tener ganas y animarse a probar.

Por eso, hoy queremos acercarte 10 consejos simples para que puedas disfrutar, aprender y entender de vinos con tranquilidad y curiosidad. Porque el vino se hizo para compartir, no para juzgar.

1- Empezá por lo que te gusta


Compra dos vinos, tres está más que bien y cuatro está excelente.
Estaría bueno que puedas comprar uno del norte del país. Salta, Jujuy, Tucumán, La Rioja o Catamarca. Hay muchas bodegas y vinotecas que tienen su tienda online.
Otra opción puede ser de Buenos Aires, Entre Ríos, Córdoba, Patagonia, Río Negro, Neuquén, La Pampa o Chubut. Y la otra alternativa puede ser San Juan o Mendoza.

Abrilos en el mismo momento. Servilos en copas. Acordate que en el caso sean tintos la temperatura sugerida es entre 16 a 18 grados. Ponelos un rato en la heladera.
Este ejercicio es para ver cómo el terroir influye en un vino. Esta palabra de origen francés, quiere decir terruño y tiene que ver con el clima, la variedad de uva, la mano del hombre y el suelo.

2- Escuchá, observá, preguntá


Cuando bebas el vino, observalo y aunque por ejemplo, los tintos tengan todos color rojo, vas a poder observar matices diferentes.
Poné tu nariz dentro de la copa. Olé el vino, volvé a hacerlo y tomate el tiempo. Andá a la segunda copa y a la tercera. Tomate tu tiempo. Descubrí que aromas sentís, si hay alguno familiar que te hace acordar de la casa de tus padres o de tus abuelos.
Finalmente probá el vino, pocas personas se dan la pausa para que el vino pase por toda la boca. En lo posible cuando tengas un poco de vino en la boca, hacé entrar aire y luego tragalo.

3- Probá vinos de diferentes regiones y variedades


Una de las cosas que podés hacer al sentir el aroma de un vino es no complicarlo. Los vinos son como las personas. Olelo y no intentes enseguida llenarlo de tecnicismos, simplemente describí qué te pasa.
Los alumnos o alumnas más jóvenes me han dicho «esto huele a alcohol». Si claro, es lógico, si casi nunca oliste una copa de vino, lo primero que aflora es el alcohol. Dale otra oportunidad y seguro vas a sentir algunas notas frutales. De ahí seguí y quizá te salgan adjetivos como poco expresivo o perfumado, elegante o rústico y así, tal cual como una persona. Simpático, amable. Vamos intentalo.


4-Coordiná encuentro con tus amigos


Tratá de arreglar un encuentro con tus amigos. Si estás con tu pareja, preguntale a él o a ella qué encontró en el vino.
Tomar vinos y compartir las sensaciones ayuda a aprender. Sirve tomar notas de cata, que son las impresiones por escrito sobre el vino. A qué huele, a qué sabe. Hacelo es divertido.

5- Investigá videos de sommeliers o enólogos, para ver qué cuentan sobre el vino

Visitá páginas, blogs. grupos de Facebook, aulas virtuales, Instagram de quienes están en esta actividad. Así te vas informando.
Es una forma más fácil de acercarte al vino. Curioseá, te va a encantar.

6- Acompañá el vino con comida


En principio galletitas, pan
y aún mejor comenzar bien de a poco a prestar atención en los maridajes, es decir los acuerdos entre las bebidas y las comidas. Los tintos jovenes con carnes rojas, pasta con salsa de tomates. Los tintos más complejos o robustos con crianza en madera para carnes de ciervo o jabalí. Si sos vegetariana o vegetariano un buen acuerdo resultan ser los rosados. De todas formas el maridaje es muy subjetivo, no quiere decir no «puedas» acordar un tinto con pescados, eso sí tratá sean jóvenes y de poco peso, podría ser un Pinot Noir o una Garnacha ligera.

7- Cuando un vino te haya encantado


Cuando el vino te fascinó, sacá foto a la botella, anotá todo lo que te gustó y porqué. Escribí con qué plato lo maridarías, de dónde es, qué es lo que más te llamó la atención. Vamos vos podés.

8- Averiguá qué cepas y regiones vitinícolas son las más conocidas.


Si en este tiempo lees sobre un país, buscá las regiones de viñedos y cuál o cuales son sus variedades estrellas. Qué enólogo/a (quien elabora el vino) es conocido/a. Es un lindo juego para seguir aprendiendo.


9- No subestimes tu intuición


El vino es una comida más y es importante que siempre bebas con moderació. Los niños y menores de 18 años no deben tomar.
Paso a paso te vas a volver más curioso/a y vas a querer seguir aprendiendo de vinos.


10- Hacé tu propio camino


Cómo toda actividad o conocimiento nuevo, disfrutalo, buscá el momento justo y divertite.
El vino es un placer que une personas y crea experiencias memorables. Aprende, pero sobre todo, disfruta.

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Vinos con velo en Argentina: un estilo que despierta

Foto: Wines of Argentina

En el fascinante mundo del vino, hay estilos que emocionan por su historia, otros por su innovación, y algunos- como los vinos con velo- por su capacidad de reunir ambos mundos en una misma copa.

Durante siglos, regiones como Jerez en España o Jura en Francia mantuvieron viva durante siglos esta técnica de crianza biológica, donde un velo de flor, una capa de levaduras naturales, cubre la superficie del vino mientras reposa en barricas sin llenar completamente. Hoy, esta práctica ancestral está cobrando vida nueva en Argentina, de la mano de enólogos curiosos, apasionados y decididos a ir más allá de los estilos tradicionales.

¿Qué es un vino con velo?

Los vinos de crianza biológica son aquellos que desarrollan un velo de levaduras en su superficie mientras envejecen. Este «velo» se forma cuando el vino entra en contacto con el oxígeno en barricas no completamente llenas. Las levaduras se activan y generan una capa protectora que:

  • Evita la oxidación directa, sin impedir la microoxigenación.
  • Aporta sabores y aromas únicos, como almendra, pan, flores secas, curry, heno y salinidad.
  • Genera un vino más seco, profundo, complejo y gastronómico.

No es una crianza común ni rápida: requiere paciencia, condiciones muy específicas y sensibilidad enológica. Es un acto de dejar que la naturaleza también se exprese.

De Europa al Nuevo Mundo

Este estilo tiene raíces profundas en:

  • Jerez (España), con sus Finos y Manzanillas.
  • Jura (Francia), donde nace el célebre Vin Jaune, también en Rousillon, sur de Francia. con fuerte influencia catalana y tradiciones vinícolas ancestrales.
  • Algunas zonas de Italia, Hungría y Georgia, con crianzas similares.

Sin embargo en la última década, Argentina comenzó a explorar con entusiasmo esta técnica, demostrando que nuestros suelos y condiciones climáticas, especialmente en Mendoza y San Juan, son ideales para la aparición y mantenimiento del velo de flor.

Los pioneros en Argentina

A partir de 2014, algunos enólogos comenzaron a notar la aparición espontánea del velo en barricas que no se habían llenado del todo. Lo que en principio pareció un accidente, despertó una oportunidad. Y allí comenzó la exploración:

David Bonomi – Per Se

Con su proyecto Volare de Flor, sorprendió al mercado elaborando un blanco bajo velo en 2014. Un hito para el vino argentino.

Alejandro Vigil – Bodega Aleanna

En su reconocido Chardonnay “El Enemigo” se implementa la crianza bajo velo. «Hago chardonnay con una cobertura de levadura – flor de velo o velo de levadura flor – similar a cómo se hace el jerez en el Jura – Me encantan las notas florales y la profundidad de esos vinos», dice Alejandro Vigil.

Juan Pablo Michelini – Bodega Altar Uco

Detectó velo espontáneo en un vino blanco de su línea Altar Uco, y luego profundizó en la técnica elaborando un Pedro Giménez bajo flor. El resultado: vinos vibrantes, intensos, con identidad.

Eduardo Soler – Ver Sacrum

Desde su mirada centrada en las variedades mediterráneas y métodos tradicionales, también experimentó con crianza biológica.

Matt Berrondo (Finca Anguita), Gabriel Campana (Terra Camiare), Pablo Marino (Solo Contigo y Berracos)

Nuevos nombres que se suman a la tendencia, cada uno desde su mirada y terruño, con vinos de carácter auténtico.

Finca Las Moras – San Juan

Desde San Juan, lanzaron el Pedro Giménez “Pedrito”, un vino blanco criado bajo velo durante 18 meses, que sorprende por su frescura, notas salinas y complejidad.

Amansado Wines

Ofrece un Pedro Giménez criado en ánforas durante dos años, bajo flor, con una expresión que mezcla lo ancestral con lo contemporáneo.

Puerta del Abra – Balcarce, Buenos Aires

Esta bodega, ubicada en una zona no tradicional para la vitivinicultura, también ha experimentado con crianza biológica. Su terroir atlántico y enfoque artesanal dan como resultado vinos originales, donde la influencia del mar y el trabajo bajo flor se combinan en una propuesta muy valorada por conocedores.

Condiciones ideales para el desarrollo del velo en Argentina

Nuestro clima seco, la sanidad de las uvas y el trabajo enológico de precisión crean las condiciones ideales para esta técnica:

  • No hay que fortificar el vino (como en Jerez), porque el velo aparece naturalmente.
  • Las barricas permiten una microoxigenación suave.
  • El resultado es una expresión única del terroir argentino con alma europea.


Maridajes y estilo

Los vinos con velo son intensos, secos, a veces salinos. Invitan a maridajes que salgan del molde:

  • Quesos curados, frutos secos, jamón crudo.
  • Platos asiáticos, cocina de mar, sopas especiadas.
  • También como aperitivo, con olivas, pan de masa madre o platos vegetarianos complejos.


¿Por qué importan estos vinos?

Porque muestran otra cara del vino argentino. Una más libre, experimental, y a la vez profundamente conectada con las raíces. Son vinos para exploradores del paladar, para quienes buscan nuevas emociones en cada copa. Y también son una muestra del talento y la creatividad que caracterizan a nuestra generación de enólogos.

Son vinos que cuentan historias. Que hablan del tiempo, de la espera, de lo que sucede cuando el hombre deja que la naturaleza actúe.

Hoy, Argentina se suma a ese relato global, con vinos que no solo sorprenden, sino que emocionan.

La poda de la vid en invierno: esa ardua y apasionante labor

Foto: Franco Bastías

El invierno en el viñedo es sinónimo de silencio aparente, pero también de trabajo intenso y fundamental para el ciclo de la vid. Es en esta estación, con temperaturas muchas veces bajo cero, que comienza una de las tareas más exigentes y valiosas de todo el año: la poda.
Es en este momento cuando los viticultores, ingenieros agrónomos y personas idóneas empiezan a recortar la planta para limitar su crecimiento.

La vid es una planta trepadora, si se la deja crece ilimitadamente. Sus ramas, llamados sarmientos, pueden alcanzar hasta treinta metros de longitud, por eso hay que conducirla (por espaldero, parral, vaso, etc) y controlarla. De este modo es tan necesaria la técnica de la poda para dar forma al viñedo y a la vez ayudar a un correcto desarrollo de la vegetación y de las bayas o granos.

Es en el invierno donde la planta está en letargo y reposo vegetativo, momento en el cual se aprovecha a realizar esta tarea.
No es solo cortar sarmientos. Es leer la planta, comprender su desarrollo, respetar su descanso y guiarla con manos sabias para que se exprese con plenitud en primavera y verano. Cada corte es una elección que proyecta futuro.
Con la poda de invierno se busca:

> Mantener la forma de la planta en los años siguientes.
> Controlar y limitar los rendimientos para obtener vinos de calidad.
> Se quitan los sarmientos de la temporada anterior y se recortan las maderas de dos años y más, y favorece la regeneración de la planta.
> Conservar el balance entre la producción de frutos y la producción de las hojas.
> Seleccionar las yemas (que formaran brotes) para la producción de racimos.

No se debe podar con temperaturas muy bajas, ya qué las heladas pueden volver a la madera quebradiza y ésta se puede astillar con los cortes.

Esperamos te haya gustado saber un poco más sobre un trabajo tan noble y delicado en lo que respecta al futuro vino y claro a sus hacedores, hacedoras.

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Verdejo en Argentina y el mundo: una variedad que gana lugar en la copa


El Verdejo es una de las variedades blancas más emblemáticas y valoradas en el mundo del vino, especialmente reconocida por su frescura, aromas y capacidad para reflejar el terroir donde se cultiva. Su origen se sitúa en España, en la región de Castilla y León, donde lleva siglos formando parte del patrimonio vitivinícola, en particular dentro de la Denominación de Origen Rueda.

Historia y origen del Verdejo

El Verdejo es una uva que, según registros históricos, llegó a la Península Ibérica con los árabes en la Edad Media, y desde entonces ha ido consolidándose como la base para algunos de los mejores vinos blancos españoles.
En la región de Rueda, el Verdejo encontró un suelo y clima ideales para desarrollarse, con inviernos fríos y veranos cálidos y secos, que contribuyen a la concentración aromática y al equilibrio en acidez que caracteriza a sus vinos.

Con el paso del tiempo, el Verdejo fue ganando prestigio gracias a la evolución de las técnicas de vinificación, que han logrado preservar sus aromas y potenciar su frescura natural.

El #WorldVerdejoDay: Una celebración global

El Día Mundial del Verdejo – #WorldVerdejoDay es una iniciativa reciente que busca visibilizar y promover esta variedad a nivel internacional. Esta fecha se celebra especialmente en países europeos como Holanda, Bélgica, Alemania, Suiza, Reino Unido y España, así como en México, donde el Verdejo ha encontrado un público cada vez más interesado en descubrir y disfrutar sus particularidades.

Esta celebración internacional permite que productores, sommeliers, distribuidores y amantes del vino compartan experiencias, recomendaciones y eventos que acercan al público a esta variedad blanca que sigue conquistando nuevos mercados.

El Verdejo en Argentina

En Argentina, aunque predominan variedades tintas como Malbec y Cabernet Sauvignon, el Verdejo comienza a ganar espacio en viñedos seleccionados. Regiones vitivinícolas como Mendoza, el Valle de Uco y otras zonas de altura están explorando el potencial del Verdejo para ofrecer vinos blancos frescos, aromáticos y con buena acidez, que puedan acompañar la creciente demanda de consumidores que buscan diversidad y calidad en blancos.

El terroir argentino, con su marcada amplitud térmica y suelos bien drenados, permite que la uva Verdejo exprese una versión diferente, con notas más frutales y una textura amable, adaptada al paladar local sin perder la esencia fresca y vibrante que la caracteriza.

Características del vino Verdejo

Los vinos elaborados con Verdejo presentan un color amarillo pálido con reflejos verdosos, reflejando su juventud y frescura. En nariz, se distinguen aromas herbáceos, cítricos como lima y pomelo, frutas blancas como manzana, pera y flores blancas, que se combinan para ofrecer una experiencia aromática intensa y delicada.

En boca, estos vinos se destacan por su acidez equilibrada, sensación fresca y un final prolongado que aporta un carácter distintivo y refrescante. Son vinos versátiles, ideales para disfrutarse jóvenes y con una temperatura fresca que potencie sus cualidades.

Maridajes ideales para el Verdejo

La frescura y perfil aromático del Verdejo lo hacen perfecto para acompañar una variedad amplia de platos, especialmente aquellos que buscan un equilibrio con sabores ligeros y frescos. Algunas sugerencias de maridaje incluyen:

– Platos vegetarianos y veganos que valoren el equilibrio entre textura y aroma.

– Pescados blancos y mariscos, preparados a la plancha o con salsas cítricas o ligeras.

– Ensaladas variadas que incluyan ingredientes frescos como cítricos, frutos secos y quesos
suaves.

– Tapas y aperitivos tradicionales, como tortillas, croquetas o preparaciones a base de
verduras.

– Cocina asiática suave, donde los sabores cítricos o ligeramente picantes armonicen con la frescura del vino.

El Verdejo nos llegó de la mano de Polígonos Verdejo de Zuccardi Wines, en una tarde de verano. Desde entonces, cada vez que lo probamos, encontramos esa frescura que despierta los sentidos y acompaña momentos simples e inolvidables.

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